Es frecuente en el cambio de estaciones, que aparezcan alteraciones intestinales, hoy hablamos de la hernia de hiato.
La hernia de hiato es una enfermedad gástrica muy frecuente en la población en edad adulta y afecta en su gran mayoría a personas con sobrepeso y obesas.
El esófago comunica con el estómago mediante un esfínter (conjunto de músculos) para evitar el paso de los ácidos que se producen durante la digestión en el estómago, al esófago. Si estos músculos se debilitan, entonces los ácidos pasan del estómago al esófago, causando dolor e inflamación, ardores que pueden llegar incluso hasta la faringe dando lugar a carraspera y faringitis ácida.
Los pacientes que sufren de ésta patología confunden la acidez o ardores de estómago continuados con malas digestiones o comidas copiosas. Los síntomas más característicos son dolores y ardores en el pecho que aumentan después de una comida abundante y que empeora al estar tumbado o aumentando la presión en el abdomen.
Si padecemos de obesidad o sobrepeso estamos aumentando la presión intra-abdominal, por lo que estos dos factores son críticos para desarrollar la enfermedad. Otras causas frecuentes son: la tos violenta, los vómitos, o cualquier esfuerzo del abdomen.
Muchas veces estos síntomas quedan confundidos con acidez o ardores de estómago continuados debido a malas digestiones o comidas copiosas. Los síntomas más característicos son dolores y ardores en el pecho que se amplifican después de una comida abundante y que se agrava al estar tumbado o aumentando la presión en el abdomen (ocurre por ejemplo en el embarazo).
En muchos casos con una dieta adecuada y sin necesidad de fármacos conseguimos reducir o eliminar las molestias.
Si la hernia está más desarrollada necesitaremos tratamiento farmacológico bajo la supervisión médica.
Dieta aconsejada para la hernia de hiato
Como a gran parte de los que padecen hernia de hiato les suelen sobrar unos kilos, la dieta para una hernia de hiato busca tanto reducir sus molestias como perder esos kilos que le harán mejorar su salud:
- Una alimentación saludable y con un aporte de calorías que permita de forma progresiva reducir el peso en caso necesario.
- Iremos variando la dieta y adaptándola al individuo para que se sienta motivado. A esto ayuda el que rápidamente sentirá una mejoría de su dolencia.
- Los modos de cocinar han de reducir las grasas y ciertos aditivos. Tras recuperar un peso saludable volveremos a reintroducir una mayor variación en la dieta.
- Hacer ingestas o tomas menores y frecuentes (cada 3 horas aproximadamente). Así se reduce el volumen de alimentos ingeridos y, por tanto, el trabajo que debe realizar el estómago.
- Olvidarse de las comidas pesadas o copiosas durante un tiempo y comeremos lentamente y masticando la comida correctamente.
- Recomendable no comer alimentos sólidos o líquidos poco antes de ir a la cama. Nuestro estómago no debe trabajar si estamos tumbados por lo que debemos dejar pasar al menos dos horas.
- Tomaremos en pequeña cantidad o de forma ocasional alimentos grasos (ya habrá tiempo más adelante de comerlos) y evitaremos los muy salados o en escabeche.
- Evitaremos las salsas muy grasas elaboradas con yemas, mucho aceite, nata, queso…
- Evitar igualmente alimentos o bebidas estimulantes alimentos: el café y el alcohol. El café lo podemos sustituir por, malta o infusiones suaves.